jueves, 26 de febrero de 2009

El rock de una noche de verano

Hijos del rock and roll os saludan los aliados de la noche.

Entre los dias 5 y 6 de marzo de 1982, se grabaría en el Pabellón de Deportes del Real Madrid, dos conciertos en directo, de un viejo rockero que llevaba en la carretera desde los años 60, y que por aquellos años no vivía su mejor momento.
Quedarían registrados para su edición en un doble disco.
El nombre del rockero era y es Miguel Ríos y el disco se llamo Rock & Ríos.
En él hacía un repaso a toda su carrera y tocó nuevos temas, los cuales se convirtierón en un himno generacional.
Bienvenidos, El Blues del autobus o Un caballo llamado muerte, se tocarón junto temas más conocidos como Santa Lucía, Himno a la alegría o Los viejos rockeros nunca mueren.
Seguramente sea el mejor disco en directo jamás grabado en España, y es posible que este entre los mejores del mundo del rock.
Miguel lo dió todo en estos directos, en la que estuvo acompañado por una poderosa banda en la que estaban músicos de gran categoría como los guitarristas John Parsons, Salvador Dominguez y Antonio García de Diego, o la contundente batería de Sergio Castillo.
Una vez estuvo el disco en la calle, inició una extensa gira por todo el país, llenando todos los lugares en los que tocaba.
Sobra decir que fué un superventas, y todavía hoy sigue vendiendose.
Al año siguiente editaría un nuevo disco de estudio, de igual título que este post, con el que giraría de nuevo, con mayor éxito si cabe que la vez anterior.
Y es que tuvó de teloneros a una primeriza Luz Casal y a los míticos Leño, los cuales se separarían tras la gira.
Lo dicho, un excelente repertorio, recopilado en un brillantísimo doble disco.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, soy el Kiosquero del blog "El Kiosco de Dolan". Aunque en mi blog hablo preferentemente de cómics, decirte que tuve la suerte de ver en directo el Rock$Ríos. De hecho todavía conservo, creo, la entrada. En su momento, por las innovaciones técnicas (doble pantalla de video a tamaño gigante a ambos lados del escenario), por el juego de luces, por la formación de la banda (el teclado era Thijs Van Leer, el alma e integrante del famoso grupo de jazz rock, Focus) y por las canciones, fue todo un golpe. El disco se vendió un montón, las entradas se agotaron en todos los conciertos y el derroche físico y pulmonar de Míguel Ríos fueron espectaculares. Han pasado casi veintisiete años de aquello y aún lo recuerdo.